AQUÍ NO HAY NEUTRALIDAD

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martes, 1 de julio de 2008

LA "ALIANZA ESTRATÉGICA": ¿UN PROYECTO DE DOMINACIÓN?


Dos gigantes como Rusia y China, necesariamente, están obligados a entenderse, so pena de entrar en un conflicto que, obviamente, a nadie interesa, ni a ellos ni al resto del mundo.
No podemos obviar que al ser limítrofes, con una frontera común de más de 4.000 kilómetros, cualquier interferencia o injerencia territorial puede traer consigo problemas a corto o medio plazo.
Si durante la era soviética la URSS no tuvo un peso específico en la región asiática, fundamentalmente debido al conflicto con Occidente y la rivalidad ideológica con el gigante asiático, en la actualidad, y desde el declive soviético, los intereses nacionales de Rusia, con el fin de superar la grave crisis económica provocada por el paso del socialismo al capitalismo, exigen una cooperación bilateral que garantice una vía de escape económica, dada la siempre “desconfiada” ayuda que Occidente, y sobre todo Estados Unidos, presta al gigante europeo.
Desde los primeros momentos de la “caída del comunismo”, la tendencia natural de los sucesivos gobiernos presididos por el otrora Presidente, Yeltsin fue la búsqueda y consecución de apoyo y dependencia económica de los Estados Unidos.
Tal actitud venía, asimismo, promovida por la opción pro occidental encabezada por el Ministro de Asuntos Exteriores Andrei Kozirev.
No obstante, la crisis económica galopante, consecuencia necesaria de cierta incompetencia de los burócratas ex soviéticos, así como el auge del nacionalismo, trae consigo un giro o cambio de rumbo, fundamentalmente, a partir de la sustitución de aquél por Yevgeni Primakov en el año 1996.
En sustitución de la tesis del anterior ministro, nace la llamada “doctrina Primakov” que trae consigo el concepto de multipolaridad, basado en el argumento que con la superación de la “Guerra Fría” y el “desmoronamiento” del bloque soviético, hay que rechazar un orden internacional sustentado y dominado por un bloque político-militar (en este caso, obviamente, el victorioso, aunque sea por supervivencia), debiéndose proponer como alternativa la vía de diálogo entre las “potencias” relevantes en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU y otros organismos internacionales, para lo cual habría que reforzar sus estructuras y otorgarles un funcionamiento eficaz.
Obviamente tal tesis tiene como finalidad fundamental mantener la influencia y el peso específico de Rusia, después de la “espantada” de sus Estados-satélite del Pacto de Varsovia, que paulatinamente solicitan su ingreso en la OTAN.
En esa época, la República Popular de China, inicia una política de apertura que tiene como elemento estratégico central la elaboración de un “nuevo concepto de seguridad” que pretende ser una postura ecléctica entre los pretéritos valores de su política exterior y la nueva situación internacional creada a raíz de la terminación del “conflicto” Este-Oeste.
Por parte de China se reconoce una necesidad de interdependencia entre Estados, la creación de un estatus de “seguridad cooperativa” o coexistencia pacífica que va más allá del aspecto estrictamente militar, alcanzando valores económicos, políticos, culturales, etc.
Tal propuesta, como se puede observar, encajaría perfectamente en el concepto parejo desarrollado por su vecina Rusia, conforme a la tesis de su “premier” Primakov.
Se trataría en ambos casos, de realizar un desarrollo económico pacífico, asegurando la estabilidad política de la zona, y, paralelamente, no perder el, otrora, papel relevante a nivel internacional.
Tal similitud de postulados, tal vez nacidos a raíz de la necesidad de supervivencia, aunque exista, como algunos piensan, incluido el que suscribe, otro trasfondo de dominación geopolítica, lleva a ambas potencias, Rusia y China, a colaborar progresiva e intensamente en todos o casi todos los ámbitos de interés.
Muchos afirman que tal proceso de cooperación se inicia en 1996, a raíz de la visita de Yeltsin a Pekín, basándose en el hecho irrefutable del nacimiento de la doctrina Primakov y de que transciende la intención oficial de ambos Estados de establecer una “asociación cooperativa estratégica”, sin embargo, tal vez el origen sea un poco más remoto, tal vez, desde la caída de la URSS y los primeros pasos de apertura al mundo occidental.
No podemos obviar que ya desde 1.992, con el incremento de los contactos bilaterales, el intercambio se intensifica en todos los ámbitos.
Así, en la actualidad, la posición común de ambas potencias respecto de los problemas políticos internacionales clave se ha erigido como una garantía de la estabilidad de la zona y del mundo en su conjunto.
Haciendo un repaso, aunque somero, histórico, destacan las siguientes reuniones desde 1992:
- Diciembre de 1992, visita de Yeltsin a la R. P. China.
- Septiembre de 1994, visita del “premier” chino, Jiang a Rusia.
- Abril de 1996, visita recíproca a China y posteriormente a Rusia de ambos mandatarios, resultando, a la postre, como fruto, la firma el 23 de abril de 1997 de la “Declaración conjunta sobre un mundo bipolar y el establecimiento de un nuevo orden internacional”.
Tal documento, se puede calificar como el primero fundacional de la nueva relación estratégica, que, sustancialmente, contiene dos ideas o principios fundamentales y estratégicos:
- Frente a la hegemonía mundial estadounidense, la necesidad de transformarla en un modelo multipolar que garantice, además, el papel relevante que como potencias corresponde a Rusia y China.
Se trataría, en definitiva, de sustituir el modelo “Unipolar” en multipolar”, que sería, en definitiva, una síntesis de la doctrina rusa de Primakov y los “principios de la coexistencia pacífica” chinos.
Dicha propuesta se basaría, entre otros, en los principios de respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial, no agresión, no injerencia en los asuntos internos, igualdad y mutuo beneficio y coexistencia pacífica.
- La propuesta de un “nuevo concepto de seguridad” basado en la “seguridad cooperativa”, en el que la paz y la seguridad deben buscarse través de la cooperación bilateral y/o multilateral entre Estados.
Se siguen produciendo reuniones bilaterales, hasta llegar al año 2001, concretamente en el mes de julio, en el que aprovechando una visita de Jiang a Rusia, ya con Putin en el Kremlin, se firma el “Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación”.
Si bien no nos encontramos ante un tratado similar al de Washington (O.T.A.N.), sin embargo sí podemos afirmar que se trataría de un tratado de cooperación en materia de seguridad que tiene como características fundamentales las siguientes:
- En caso de amenaza a la seguridad de uno de los firmantes del tratado, se protocoliza la celebración de consultas.
- No primer uso de armas nucleares contra la otra parte.
- Apoyo político a la defensa de la unidad territorial y la integridad territorial de la otra parte.
Es digno de significar que se incluyen como ámbitos territoriales, el de Chechenia por parte de Rusia, y el de Taiwán por parte de China..
- Medidas de confianza y reducción de tropas en la frontera común.
- Los firmantes se comprometen a no participar en alianzas o tratados que perjudiquen a la soberanía, seguridad o integridad territorial de la otra parte, así como impedir que grupos organizados utilicen su propio territorio para hacerlo.
- En los ámbitos económico-comercial, militar-estratégico, científico-tecnológico y otros, el principio de cooperación “sobre la base del beneficio mutuo”.
Pero más significativa, si cabe, es la siguiente propuesta: “Rusia y China participarán sobre una base bilateral y multilateral en la tarea de asegurar la
estabilidad y la seguridad y fortalecer la cooperación basada en la confianza en la región de Asia y el Pacífico”.
En definitiva, otorgaría un papel relevante al interés nacional frente a una decisión de la ONU para solventar cualquier problema en la zona.
Y, a partir del año 2001, han seguido existiendo contactos bilaterales, intergubernamentales, que se materializarán en acuerdos de cooperación económica, comercial y militar, incluidos intercambios de información de los respectivos servicios de inteligencia.
Si bien es cierto que las diferencias económicas entre una Rusia en franco declive y una China con un crecimiento económico impresionante, hacen difícil valorar tal relación como de auténtica igualdad, lo cierto es que los factores económicos, como hemos visto, no son los únicos que determinan y determinarán una común política exterior.
Resulta, así, palmario que ha habido una convergencia progresiva en materia de política internacional que ha sentado, definitivamente, las bases de la cooperación mutua y fraternal.
Si bien es cierto que Rusia ha mostrado en los últimos años una tendencia pro-occidental, no es menos cierto que sus intereses oscilan a un lado o a otro en función de las circunstancias.
Se podría, pues, hablar más bien de una estrategia conjunta Rusia-China, en la que la cabeza visible es aquélla, que acercará posiciones a occidente, en función de la respuesta de éste y los intereses comunes y nacionales de ambos.
La única duda que nos asalta es hasta qué punto las espaldas de occidente estarían cubiertas en el supuesto de no interesar una acción conjunta con ambos Estados.
Francisco Pena

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