Por fin han conseguido la "heroicidad" de erradicar la vida de una inocente.
Gloriosa "hazaña" para los defensores de "una muerte digna".
Me entra la tentación de parafrasear lo que se dijo hace unos 2.000 años, aquéllo de que "su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos", pero, para mi desgracia, y para su suerte, me veo en la obligación de aceptar, como católico, el perdón y la reconciliación.
Sólo me consuela, y es ya bastante, que Eluana ya está en el Paraíso.
¡¡ASESINOS!!
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