Y así lo hicieron:
¡CON MI DINERO, NO!
¡SINVERGÜENZAS, A LA CÁRCEL!
Que nadie espere encontrar en este pequeño espacio nada más allá de lo ordinario, si por ordinario se entiende lo que este humilde letrado-iletrado puede opinar sobre lo divino y lo humano en el marco de este extraño e inhóspito mundo que nos ha tocado vivir.
¡CON MI DINERO, NO!
¡SINVERGÜENZAS, A LA CÁRCEL!
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