Independientemente de mis diferencias ideológicas con Doña Carmela Arias y Díaz de Rábago, Condesa de Fenosa, sé de buena tinta que se nos ha ido una Señora con todas las letras.
Que Dios le otorgue la Gloria Eterna.
¡AMÉN!
Que nadie espere encontrar en este pequeño espacio nada más allá de lo ordinario, si por ordinario se entiende lo que este humilde letrado-iletrado puede opinar sobre lo divino y lo humano en el marco de este extraño e inhóspito mundo que nos ha tocado vivir.
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