Paralelamente, intenté averiguar cuál sería la postura de mi hijo ante semejante coacción y me encontré con una postura enfrentada hasta el extremo de la violencia.
Obviamente, intenté quitarle hierro al asunto y hacerle entender que no era tan malo jugar al a "comba" o a las "muñecas", al fin y al cabo, todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido cierta predilección por el sexo contrario, si bien es cierto que siempre han existido aquéllos que se han mantenido incólumes en su decisión de llevar la contraria a la mayoría (hoy, sin duda, cada día menos mayoría) y preferir su mismo sexo que el tan hermoso contrario, pero, me temo, señores, que mi esfuerzo ha resultado inútil.
A lo más que he llegado es a evitar que mi hijo siga su innsano instinto depredador de apretar el cuello de la Ministra de Educación con la goma de la "comba" o lanzarle de una patada una muñeca a su cabeza de gilipollas.
No obstante, me ha prometido que si alguien le induce a practicar el juego que no es de su elección, muy educadamente le responderá que, "por imperativo legal", no puede garantizar que no ejercite su derecho a la libertad de expresión y, cuando vea una muñeca volando, no pueda evitar caer en la tentación de gritar.....
¡¡¡PIÑATAAAAAAA!!!
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