Los que van quedando...
Sinceramente, yo no sé de qué se extraña la sociedad española sobre el "caso Urdangarín" si, al fin y al cabo, no es más que una gota más en el vaso que ya rebosa.
¿Acaso alguien esperaba que este señor, por el hecho de estar casado con la hija del Jefe del Estado, iba a cambiar su forma de ser o a comportarse de manera diferente que si no hubiere contraído nupcias con aquélla?
¿Acaso alguien pensaba que si en vez de ser el Sr. Urdangarín esposo de una Infanta lo fuese cualquiera de los otros mortales que pululan por nuestra afamada clase política de a pie no hubiere hecho lo mismo o más?
Tan previsible como esperado, porque, pura y sencillamente, ya estamos en una sociedad de bárbaros.
Cuando la Civilización está a punto de fenecer, si es que ya no lo ha hecho, nada debe extrañarnos, a salvo, que no lo descarto, que seamos tontitos del culo.
Si los que pensaban, y siguen pensando, que una persona, por el simple hecho de haber nacido en el seno de una "familia bien" o llevar los genes de un miembro de una conocida casa real, es acreedor de loa, boato y dignidad personal, me temo que todavía se encuentran en lo que se ha llamado fase infantil anal.
Señores, no busquen dónde ya no hay.
Yo no sé, ni me importa, si el Sr. Urdangarín es culpable o inocente, como tampoco me importan los motivos por los cuales, en su día, se separaron los Duques de Lugo, como, sinceramente, me importa un cojón de pato y parte de otro, si una tal Letizia será en el futuro reina consorte o presidenta de una fantasiosa república.
Lo que realmente me preocupa es la infantilidad creciente de la sociedad española, fiel reflejo de la idiotez imperante en esta ya caduca civilización.
Honestamente, ya da igual que roben o dejen de robar, que maten o dejen de matar, que insulten o dejen de insultar, porque poco queda ya de este mundo imaginario que han montado entre todos. El Sistema ya ha fenecido, tan sólo está dando sus últimas bocanadas, por lo que poco puede ya esperarse de él y de nadie.
Cuando toda una sociedad se mantiene impávida ante más de 5 millones de parados, a que un ex-presidente del gobierno vaya a vivir a cuerpo de rey, a pesar de haber dejado a toda una Nación en la ruina, cuando estamos viviendo una nueva invasión bárbara del Islam, cuando nadie pone el grito en el cielo porque un supuesto defensor del proletariado, como el Sr. Bono, se vaya a su casa con un sueldo de 11.000 € al mes o que un Consejo de Ministros apruebe en sus últimos y agónicos días cientos de subvenciones a fundaciones u organizaciones que, como mayor virtud, tienen la defensa del burro hispano, poco o nada ya se puede esperar de este pueblo y de esta mierda de sociedad.
Una vez oí una frase, ciertamente, dura, pero que, si se estudia con detenimiento, en el fondo tiene mucha razón. Alquien me dijo un día que, de vez en cuando, era necesaria una guerra o un conflicto armado, no sólo para desangrar las malas tensiones, sino, y fundamentalmente, para que las personas se dieran cuenta de lo que es realmente importante en la vida.
Yo no sé si es necesario o no un conflicto (aunque no descarto que en breve plazo, unos u otros, de dentro o de fuera lo provoquen), pero sí es cierto es que, como al que está atontado, de vez en cuando, un cachete a tiempo o un grito en el oído, nos puede y nos debe hacer despertar.
Pues bien, si para ello es menester hacerlo......bienvenido sea.....aunque venga disfrazado de lagarterana o de volcán en erupción....porque lo realmente importante es que la gente despierte de una vez y, al menos, tengan la dignidad de levantarse contra toda esta ralea de sinvergüenzas, soplagaitas y lameculos.
Francisco Pena
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