AQUÍ NO HAY NEUTRALIDAD
miércoles, 16 de junio de 2010
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Que nadie espere encontrar en este pequeño espacio nada más allá de lo ordinario, si por ordinario se entiende lo que este humilde letrado-iletrado puede opinar sobre lo divino y lo humano en el marco de este extraño e inhóspito mundo que nos ha tocado vivir.
4 comentarios:
La palabras de Eduardo García Serrano no fueron elegantes, cierto. No fueron caballerosas, seguro. No fueron amables, verdad.
Pero, ¿dónde está escrito que la amabilidad, la caballerosidad o la elegancia sean atributos superiores a la verdad?.
¿Dónde está escrito que la amabilidad, la caballerosidad o la elegancia deban prevalecer sobre la denuncia de la tiranía del sátrapa?.
Porque resulta que los actos, los hechos, de los que traen causa los epítetos de Eduardo García Serrano son propios de un sátrapa tirano.
Es lamentable y esclarecedor vivir en un tiempo y en un lugar donde decir la verdad es causa de escándalo. No es nuevo, ciertamente, pero es triste y revelador del tiempo y del lugar que nos “ha tocado” vivir.
Un tiempo y un lugar en los que, como en la Judea de Jesucristo, la verdad es causa de escándalo.
No en vano está escrito; "No creáis que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra, y serán enemigos del hombre sus mismos domésticos". (Mt 10, 34-36)
Desde tu perspectiva, camarada, lógica y lícita es la respuesta.
Nada que objetar, pues.
No obstante, y teniendo en cuenta que ni soy un caballero, ni soy persona educada, sin duda alguna, para mi, el Sr. García Serrano se quedó corto.
Ésos que tú llamas sátrapas, más que tal calificativo merecen el de genocidas hijos de puta.
Y como yo ya estoy condenado a los Infiernos, nada más tengo que perder, a salvo, tal vez, la honra, hecho que recibiría de buen gusto si toda esta ralea de invertidos y lameculos fueran ejecutados.
Hecho, por cierto, que no descarto en un futuro.
¡AMÉN, de los amenes!
No me he explicado bien.
Si reprocho algo a Eduardo es que se haya disculpado. Porque, aún cuando la forma no fue “elegante”, el fondo era irreprochable. Tal vez poco “desarrollado”, pero irreprochable. Por tanto, cuando se habla desde la razón no cabe la disculpa.
Así lo he expuesto en mi blog, aquí he omitido ese reproche.
Aclarado, pues.
Completamente de acuerdo.
Un saludo
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