
Y como siempre se ha dicho, y no por ello deja de ser verdad: en política, señores, las casualidades no existen.
Que nadie espere encontrar en este pequeño espacio nada más allá de lo ordinario, si por ordinario se entiende lo que este humilde letrado-iletrado puede opinar sobre lo divino y lo humano en el marco de este extraño e inhóspito mundo que nos ha tocado vivir.
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