DONDE NO HAY PATRÓN....

Hace escasos días, el Sr. Rodríguez Zapatero protestó públicamente por el hecho de que se le echase toda la culpa de la actual crisis económica.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a darle la razón.
El Sr. Rodríguez no es responsable de la actual crisis, como tampoco lo es el capitán de un barco de la llegada de un huracán.
La crisis económica no sólo ha afectado a España, sino al resto del orbe.
Pero el capitán de un barco tiene la responsabilidad de reaccionar ante la inminente llegada de un huracán. Dar las órdenes oportunas, con el fin de llevar a buen puerto la nave.
Y ahí está, Sr. Presidente, el meollo de la cuestión.
Si un capitán se excusa de su obligación o da órdenes manifiestamente equivocadas, por no hablar del gravísimo y cobarde hecho de abandonar el barco en plena tempestad, dejando a su tripulación y pasaje al capricho de las olas, es cuando entonces se le ha de pedir, más bien exigir, explicaciones.
Y ése es, precisamente, su grado de responsabilidad, mejor dicho, de irresponsabilidad, porque ni tomó decisiones en su momento, y cuando las tomó fueron erróneas y extemporáneas.
De todos modos, hay que reconocerle una virtud teologal: su formidable e ingenua fe.
Porque, o se es muy tontito (que no lo dudo), o goza de la pueril convicción de que su sola presencia, su inmanente tesón, se bastará por sí mismo para conjurar los vaivenes del mercado (ése que dice usted que no sabe lo que es) y el futuro de nuestros hijos.
Pero no crea usted que yo soy de los que aplaude y concita la presencia del adversario, porque estoy plenamente convencido de que, si no es tan corto como usted, seguro poco podrá resolver.
En cualquier caso, lo que sí resulta palmario es que sería de agradecer que nos librase de su cara de capullito de alhelí, porque, sinceramente, su rostro nos evoca aquella tesis tan aplaudida por los modernos, de que, aunque no se haya visto, el eslabón perdido, sin duda, existe.
Gracias anticipadas.