Les ruego que observen el rostro de este miserable.
Este sujeto, hoy flamante doctor "honoris causa" e hijo predilecto de Gijón, entre otros títulos inmerecidos, gracias también a la impagable colaboración del Partido Popular, tiene el honor de ser, más que un asesino o genocida, lo peor que puede ser un hombre: un cobarde.
No sólo niega su participación en el genocidio de Paracuellos del Jarama, en el que se realizaron sucesivos fusilamientos de miles de personas durante los meses de Noviembre y Diciembre de 1.936, o su directa participación en el asesinato del Duque de Veragua el 24 de Agosto de 1.936, por no hablar de su directa y documentada responsabilidad por las atrocidades cometidas, entre otras, en las "checas" de las calles Marqués de Cubas, Pontones y Fomento de Madrid, sino que, en el colmo de la más abyecta y miesarable cobardía y delación (muy propio de la izquierda española, por cierto), llega a acusar directamente a los milicianos de haber ejecutado a miles de personas incumpliendo taxativas órdenes de la superioridad; es decir, de él.
Si además, enlazamos estas declaraciones con las acusaciones vertidas, en su día, contra él por Enrique Líster, en las que acusa a Carrillo de delatar a los camaradas cuando pasaban la frontera a España, llegamos a la conclusión de que esta rata de alcantarilla es de una inconmensurable bajeza moral.
O dicho de otro modo: que tan siquiera es un hombre.
¡COBARDE!
No hay comentarios:
Publicar un comentario